Bab’Aziz, el príncipe que contemplaba su alma

Con poesía de Rumi, música de Armand Amar y las interminables dunas del desierto como telón de fondo, el director de cine tunecino Nacer Khemir nos adentra en la maestría sufí del despertar de la conciencia. Babaziz, un sabio anciano, e Ishtar, su vivaz nieta, cruzan el desierto en busca de una fiesta de derviches que se celebra cada treinta años sin que los asistentes sepan el lugar exacto en el que se fundirán con Dios por medio de la danza y de la música.

“Hay tantos caminos hacia Dios como almas hay en el mundo”, le dice el protagonista a su nieta en un los tantos diálogos magistrales de la película. A su lado, varios personajes viven su propia historia de transformación por medio de milagros y epifanías. Obra maestra del despertar.

  • Director: Nacer Khemir
  • Año: 2005
  • Duración: 98 minutos

Comentario sobre la película, brindado con 💖 por Héctor Cañón <eligedenuevoucdm@gmail.com>
(Transcripción de una charla)

Familia de luz, este es el comentario de la película “Bab’Aziz, el príncipe que contemplaba su alma”.

Vamos a dividir este comentario en los símbolos de la película, en los personajes y en algunas de las escenas. El primero de los símbolos es la gacela. En el Islam, para los pueblos árabes, el pastor de gacelas es considerado un hombre sabio, así como lo era Bab’Aziz. El símbolo de las 3 mariposas, basado en un poema de Rumi, qué dice; “la mariposa que estuvo cerca del fuego cree haber conocido el amor, la mariposa que roza el fuego dice que lo siente y que el amor quema y la mariposa que entra en el fuego y arde totalmente allí, es la única que conoce el amor”.

El gato negro y el vestido blanco de Nour son otros dos símbolos; el gato negro representa su pasión humana y el vestido blanco, su naturaleza divina. Ella quiere renunciar a su pasión humana porque deja al gato olvídalo, se corta su cabellera, que es otro símbolo más de la feminidad humana y quiere entregarse al blanco, a este vestido que tiene. Sin embargo, la función de Zaid, que es quien la ama, es sanar junto con ella. Por eso cuando ella lo deja después de pasar una noche juntos, él se asoma a la ventana y ve que aparecen un triángulo y un cuadrado. El triángulo como símbolo del 3, de lo divino, de la Santísima Trinidad y el cuadrado como símbolo del 4, de la experiencia terrenal reflejada en los 4 elementos y los 4 puntos cardinales.

Entonces la función de él es hacerle ver a ella que debe integrar el triángulo y el cuadrado, el 3 y el 4 en el 7 del que nos habló Jesús como símbolo del perdón, integrando su experiencia humana con su naturaleza divina para que la fusión con el Todo sea la verdadera y definitiva fusión.

El Palacio de Osman, el hombre que está loco, es un símbolo del placer y la riqueza material. Este personaje está obsesionado con ese palacio, está obsesionado con los placeres de la experiencia humana y con las riquezas materiales, por eso cuando sale del palacio ve una palmera en fuego, que en en el Islam representa el paraíso y en el cristianismo, la verdad de la resurrección y del despertar. Esta palmera está ardiendo porque es sólo emoción sin enfoque.

Vale la pena también recordar con respecto a la gacela que aparece en el camino de Ishtar y Bab’Aziz. El viejo sabio la está acariciando como a una vieja conocida. La niña le pregunta si la conoce y el abuelo responde: “sí, me conoce de hace tiempo”, recordando esa primera gacela que le anunció que su despertar estaba en el oasis. Eso nos muestra como Bab’Aziz se relaciona con el Espíritu y no con la forma porque esa gacela es todas las gacelas, así como cada hijo de Dios es todos hijos de Dios porque somos uno en la esencia con el poder de la creación, con el Gran Espíritu, con Dios.

Continuemos con algunas escenas. La película tiene un epígrafe hermoso que dice que “para encontrar a Alá, a Dios, uno debe tener fe”. Algunos de los personajes de esta película como Zaid y Nour lo encuentran en el amor humano, en su experiencia humana y otros en la revelación de lo divino. Al iniciar la película el derviche cae, después de girar, girar y girar cae en la tierra, lo cual muestra que este camino del despertar, el camino que nos propone el maestro Jesús en Un Curso de Milagros, es un camino de disciplina y rendición, que aparentemente son opuestos, pero que se reúnen en una paradoja.

Empiezan el camino Bab’Aziz e Ishtar con unas frases hermosas. Él le dice; «quien tiene confianza no se pierde angelito mío». Recuerda que la confianza es la primera característica de los maestros de Dios que nos ofrece Jesús en el manual para el maestro.

Le dice también, “quién está en paz consigo mismo, no se desvía del camino”. Este es el propósito de Un Curso de Milagros; encontrar la paz. Cuando Ishtar le pregunta por qué no se sabe dónde es la reunión a Bab’Aziz, él le responde que solo hay que caminar, y que los demás invitados también encontrarán su camino. Sólo tienes que entrenar, sólo tienes que hacer tu parte, entregarte y rendirte al entrenamiento mental y pedir guía al Espíritu Santo.

Ahí empieza la historia de Bab’Aziz, cuando era príncipe, con un baile que representa y simboliza el mundo de las formas sensuales, que es algo que debemos atravesar en nuestro propio despertar. Ishtar no quiere ir a la reunión de derviches en el desierto, su abuelo lo sabe y por eso le cuenta una historia, para que se entretenga mientras van avanzando en el camino hacia la gran fiesta que se celebra cada treinta años.

Cuando el príncipe se pierde y su gente lo va a buscar. uno de los hombres que lo encuentra le dice al hombre que trabaja con el príncipe Bab’Aziz; que han encontrado al príncipe, pero que ya no es el mismo. Y no es el mismo porque en este oasis contempló su alma, la profundidad de su alma, él en el oasis no estaba viendo una imagen, su propia imagen, sino el reflejo de la eternidad en las aguas quietas.

En el camino por el que van Bab’Aziz e Ishtar se encuentran con Zaid, ahí se forma una Santísima Trinidad, en la que Zaid representa el camino, Bab’Aziz representa la verdad e Ishtar representa la vida. El maestro, el sabio, le dice a Zaid; «cada uno busca su camino con su mejor don, en tu caso en tu caso es la voz, canta hijo mío, y tu voz te mostrará el camino”. Es lo que Jesús llama en Un Curso de Milagros esa función especial que nos servirá como herramienta para regresar al Reino del que en realidad nunca nos hemos ido.

Cuando Bab’Aziz habla con su nietecita acerca de los de derviches cuando ella piensa que no va a tener entrada allí, él le dice que los derviches son de todas las edades y lugares, que hay mujeres, hay hombres, hay niños y ancianos. Eso está relacionado con el Curso de Milagros en la medida en que todos somos hijos de Dios. Esta reunión se celebra cada 30 años, el 3 es un símbolo de la Santísima Trinidad, de la eternidad, constituida por Padre, Hijo y Espíritu Santo. Hay un momento en que Bab’Aziz toma otro rumbo diferente al de los derviches, esto confunde a Ishtar al ver que Zaid se va por otro lado, y le pregunta a Bab’Aziz : “¿Él conoce el camino?” y agrega: “¡pero todos van para otro lado!”. A lo que Bab’Aziz responde; ¨cada uno tiene su camino, unos atraviesan montañas, otros el mar y otros el desierto”. Ese diálogo nos muestra que cada uno, cada ser viviente, vive un proceso propio de transformación en su regreso a la fuente, que cada uno en su renuncia a la idea de la separación va a enfrentar diferentes obstáculos donde las ilusiones no son verdad y por eso son diferentes ilusiones que se manifiestan en las formas, mientras que la verdad es una, es eterna y compartida con todos.

Sobre el final de la película está la sublime boda de Bab’Aziz con la eternidad, donde le dice a Ishtar: “voy a encontrar lo que he perdido”, y ella, a pesar de que es una niña, siente un momento de tristeza y luego experimenta el desapego y sigue su camino, sigue hacia la reunión de los derviches, donde ríe, baila y no está apegada así como su abuelo no está apegado a ella. Es un amor total, perfecto e integro, allí antes de partir a reunirse con su alma eterna, Bab’Aziz le pide a Hassan, uno de los hermanos gemelos, que sea el testigo de su muerte, a lo que él dice: “pero por qué yo, si yo tengo tanto miedo a la muerte?”. Bab’Aziz le responde: «por eso, por eso justamente eres tú». Hassan debe tomar las ropas del derviche así como Bab’Aziz cuando era príncipe las tomó también de un derviche, confirmándonos esa idea de Jesús cuando nos dice que el Cristo está en ti o cuando en Un Curso de Amor nos dice que ha llegado el momento de la sucesión, que es el momento en que reclamas tu herencia como el Cristo.

Por último, vamos con los personajes, Bab’Aziz el hombre sabio, el hombre iluminado es ciego, lo que simboliza que ya no ve el mundo de las formas, ya no ve con los ojos del cuerpo, pero está viendo a través de su tercer ojo, está viendo el espíritu que habita en todas las formas y que permite que todos seamos uno para siempre.

Ishtar es el nombre de la diosa babilónica del amor, la belleza y la vida. Nour significa luz o ligereza. Zaid significa el que crece. Hassan y Hussein, nombres de los dos hermanos gemelos, significan el bueno y hermoso; Hassan es aquel libertino que se convierte en derviche y que toma el camino de su despertar; Hussein es el devoto, que sin embargo elige enterrarse en vida y no asumir su función de caminar hacia su despertar. Y ambos son hermanos, son gemelos, lo que muestra que son dos caras de un mismo ser, mostrándonos que cada uno de nosotros y nosotras tiene esas dos facetas y debe acortar la brecha en su camino para que llegue el fin de la humanidad.

Osman, el loco, significa protección de Dios, él se tira al pozo persiguiendo el sueño de formas y persiguiendo las memorias del placer, rechaza la herencia de su padre, rechaza la arena, lo cual es un símbolo de rechazar el reino de Dios. En todas las escenas donde él está hay agua, pero él nunca ve el agua, nunca ve el mensaje del agua porque no soporta la arena, porque no soporta su presente, y por eso no ve el milagro del agua en cada una de sus circunstancias, es por eso que una de las mujeres en el desierto derviche le dice que el paraíso está en el ojo del observador, no está en ninguna forma sino en la mente, está en quien tú eres, en tu interior y no en algo afuera de ti.

Uno de los derviches le dice: “ven a la reunión, tal vez allí encuentres tu palacio”. Lo que allí quiere decirle es ven a reunirte con el Padre, ven a reunirte con tus hermanos en el perdón, en la celebración de la vida, porque en realidad ese es el único palacio posible. Como dijo Jesús; ¨mi reino no es de este mundo¨. Otro de los derviches le dice: “no te conformes con una gota de agua, debes saltar en el rio”. El placer humano es una gota de agua, mientras que el rio de la existencia que conduce al océano de la eternidad es el amor infinito, el ser co-creador del reino de Dios por medio de la extensión y la comunicación.

Hablemos del pelirrojo, que siempre está riendo, que recuerda unos versos de Rumi que dicen: “barre con toda tu alma ante la puerta del amado, de Dios, de Alá, solo así serás su amante”. Esto quiere decir que limpies tu residuo, que hagas tu entrenamiento mental. Él parece un loco porque para los derviches, para el sufismo, cuando el mundo te dice loco es porque realmente estás cuerdo. Estar atado a este mundo es la verdadera locura, la verdadera demencia.

Este ha sido nuestro comentario sobre “Bab’Aziz, el príncipe que contemplaba su alma”. Cierro invitándote a vivir en una fiesta de luz, a reunirte con tus hermanos en la verdad, en el reconocimiento de la vida eterna y en la celebración de esta maravillosa oportunidad que se nos ha dado en la idea que nos da Jesús en Un Curso de Milagros de que perdonar es el privilegio de los perdonados, así que disfruta de cada sesión de luz, disfruta de cada encuentro con tu hermano y con tu hermana, disfruta la música, de la eternidad, de la poesía del despertar, sana tu mente, haz tu tarea y permite que la luz todopoderosa de Dios haga su trabajo y entre a tu casa. Disfruta esta experiencia, este momento como un oasis en medio del desierto, y no te conformes con una gota de agua, sumérgete porque en la profundidad de tu corazón te elevas hacia la mente de Dios, hacia la vida eterna. ¡Gracias!

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