«¿En Donde Vives?»
¿Dónde vives dentro de esa mente tuya?
¿Qué sucede mientras haces tus tareas diarias?
¿Pasas de la culpa al miedo?
¿Qué está sucediendo? Querida, oh, querida.
¿Todavía visitas algún pasado lleno de culpa?
¿O puedes ahora encontrar algo de paz por fin?
La paz es posible dice nuestro preciado Curso.
Nos llega a través de — una Fuente Divina.
Si te puedes hacer a un lado y dejar que Él brille.
Veras claramente la Voluntad de Nuestro Padre.
Calma el ego. Está completamente loco.
Escucha al Espíritu y te alegrarás.
Deja que el Tú ‘que Tú eres’ guíe cada una de tus decisiones.
Y el Espíritu te dará una Nueva Santa Visión.
El Espíritu conoce el camino – déjalo tomar el control.
Permítele ser el Tomador de Decisiones para tu Alma.
Una vez que Él se salga con la Suya,
pronto descubrirás que — eres uno y no dos.
Tu mente es invulnerable. No se puede dividir.
A menos, por supuesto, que eso sea lo que hayas decidido.
Al igual que comer en exceso, juzgar es solo un mal hábito a menos que,
por supuesto, puedas extender la mano y agarrarlo.
Nunca puedes dejar una fuente infinita.
En el Cielo, no existe tal cosa como el divorcio.
Cristo llega por fin a una mente tranquila.
Todo lo que tenemos que hacer es ser sencillos — ser amables.
Escucha la Guía en lo Profundo.
Y pronto verás que — no puedes pecar.
Eso es imposible, dice el ego. Eres tan culpable como el infierno.
Mientras Jesús nos asegura, es en el Cielo donde moramos.
El Cielo es el Hogar y un lugar pacífico. Todo lo demás es una ilusión de fantasía.
A menos que permitas la intrusión del ego.
Solo necesitamos entender mejor el Plan de Dios
- más precisamente y al pie de la letra.
El cielo ahora está aquí y para siempre.
El amor no puede dejarte – nunca.
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Cuando la Voluntad de la Filiación y la del Padre son una,
la perfecta armonía entre ellas es el Cielo.
T-3.II.4:6
Todo lo que se requiere es que reconozcamos lo que ya sabemos. No necesitamos más información.
No tienes que saber que el Cielo es tuyo para que lo sea.
Lo es. Mas para saberlo,
tienes que aceptar que la Voluntad de Dios es tu voluntad.
T-13.XI.10:5-7
Helen Schucman le dijo una vez a Jesús. “Tu Curso no está funcionando para mí.” Ten en cuenta que Helen «escuchó» el Curso con una claridad asombrosa y escribió lo que escuchó. En el nivel de aplicación, luchó como todos nosotros. Ella podía ser enjuiciadora y, sin embargo, sabía cuál era la respuesta correcta. ¿Te recuerda a alguien que conoces?
Recuerda, Este es un Curso de Entrenamiento Mental (T-1.VII.4:1) y juzgar puede convertirse fácilmente en un hábito arraigado a menos que podamos,
¡Darnos cuenta y detenerlo! – ¡Darnos cuenta y detenerlo!
¡Darnos cuenta y detenerlo de nuevo!
Jesús le respondió a Helen diciendo: «¿Por qué no haces lo que te pido que hagas para que puedas escuchar mi voz aún mejor?» El problema de Helen es el mismo para todos nosotros. No es que el mensaje no sea claro. Es cuestión de seguir lo que dice.
Seguramente ya te habrás percatado de esto.
Has visto cuán grande es tu falta de disciplina mental
y la necesidad que tienes de entrenar tu mente.
Es necesario que reconozcas esto,
pues ciertamente supone un obstáculo para tu progreso.
W-95.4:4-5
Cuanto más profundamente respondamos, más claro oiremos, mayores serán las recompensas. No hay mayor recompensa que conocer – la verdad de nuestro Ser.
Todo lo que es verdadero es eterno
y no puede cambiar ni ser cambiado.
El Espíritu es, por lo tanto, inalterable porque ya es perfecto,
pero la mente puede elegir a quién desea servir.
T-1.V.5:1-2
Lo principal es ‘saber’ que la Voluntad de Dios y la nuestra son la misma. Lo que Dios quiere para nosotros es ‘nuestra voluntad’. La integración de estas ‘voluntades’ nos devuelve a un lugar que nunca dejamos. Simplemente haciendo lo que es bueno y divino, quizás la jardinería, estar con nuestros nietos, lavar los platos, conducir el automóvil – simplemente ser feliz donde sea que estemos.
Muchas personas están vivas, pero no tocan el milagro de estar vivas.
Maestro Budista Vietnamita Thich Nhat Hanh (1926-2022)
El Espíritu Santo comienza percibiendo tu perfección.
Como sabe que esa perfección es algo que todos comparten,
la reconoce en otros, y de esta forma la refuerza tanto en ti como en ellos.
T-6.II.5:1-2
Por: Jon Mundy
Traducido por: Verónica Mejía Barney