Simplifica, simplifica, simplifica

“La razón de que este curso sea simple

es que la verdad es simple. La complejidad forma parte del ámbito

 del ego y no es más que un intento por su parte

de querer nublar lo que es obvio.”

T-15, IV. 6:1

Un erudito visitó a un maestro zen y le preguntó: «¿Cuál es la enseñanza Zen?» El maestro recitó un verso del Dhammapada: “No hagas nada malo. Haz sólo el bien”. Ésta es la enseñanza de todos los Budas. “Pero”, dijo el erudito, “un niño de tres años lo sabe”. “Un niño de tres años puede saberlo”, dijo el maestro, “pero a uno de ochenta y tres años puede resultarle difícil practicar.”

Se dice que los físicos Isaac Newton, Albert Einstein y David Hawkins descubrieron verdades básicas de la física haciendo preguntas increíblemente simples. Einstein dijo una vez: “Todo debería hacerse lo más simple posible. Cualquier tonto puede hacer las cosas más grandes, más complejas y más violentas. Se necesita un toque de genialidad para avanzar en la dirección opuesta”. Como lo expresó el matemático Josiah Gibbs: “El principal objeto de la investigación en matemáticas es encontrar el punto desde el cual el tema aparece en su mayor simplicidad”.

El místico contemporáneo Jed Mc Kenna escribe en su libro Spiritual Enlightenment: The Damnedest Thing (La Iluminación Espiritual: La Cosa Más Maldita): “La iluminación es el reconocimiento de la verdad. La verdad no sólo es simple, sino que también es algo que no puede ser más simple — que no puede reducirse más”. La palabra simple proviene del latín simplic que significa igual o no dividido. Lo simple es sencillo, inocente, directo, honesto, humilde y sincero.

El Curso dice de sí mismo que es sencillo. Dice que la elección por Dios es sorprendentemente simple. Habla de la verdad simple, conceptos simples, lógica simple, conocimiento simple, honestidad simple, voluntad simple y ser simple. El místico alemán Meister Eckhart (1260-1327) dijo que el alma simplemente existe y Dios simplemente es. En inocencia y sencillez, el alma se relaciona con Dios. A principios del siglo XV, Nicolás de Cusa, otro místico alemán, dijo que Dios es la simplicidad misma. El trascendentalista estadounidense del siglo XIX, Henry David Thoreau, dijo que sólo podemos llegar a la verdad si simplificamos, simplificamos, simplificamos y su amigo y mentor Ralph Waldo Emerson dijo (irónicamente): “Una “simplificación” habría sido suficiente”.

Alza la vista y contempla a tu hermano

con inocencia nacida del completo perdón de sus ilusiones.

T-19.IV.D.8:7

Inocencia

 Jesús, en los evangelios, pide que le traigan niños pequeños, porque así son, dijo, quienes están en el Reino de los Cielos (Lucas 18:16). Sólo la inocencia ve la verdad. La inocencia no juzga. No proyecta. No contiene maquinaciones de la mente. No tiene nada que ocultar. Los bebés pueden mirarte directamente a los ojos sin apartar la mirada, porque no tienen nada que ocultar.

En 1978 fui nombrado ministro de una iglesia cerca de donde vivimos ahora. Había varios maestros de escuela en la iglesia y mantenía una perspectiva bastante moderada con un fuerte interés en la justicia social. Sin embargo, estaba dirigida por un presidente de la junta bastante dominante, un ex oficial del ejército, que intentaba impulsar las cosas en una dirección más conservadora. Después de una reunión de la junta directiva particularmente difícil, le pregunté si podía quedarse y hablar. Luego le pregunté si podía simplemente sentarse y mirarme «ojo a ojo sin hablar». Lo intentó, pero no pudo hacerlo. Lo intentó de nuevo, pero no pudo hacerlo.

Al día siguiente ocurrió algo bastante “milagroso”. Dejó la iglesia. Al domingo siguiente, una sensación de ligereza comenzó a desarrollarse en la iglesia, ya que los miembros se sintieron aliviados de estar libres de su despotismo. Le preguntaron: «¿Cómo lo hiciste?» Sonreí, me reí un poco y dije: «No dije una palabra». Su incapacidad para mirarme directamente a los ojos sin hablar fue todo lo que necesitó. Tenía algo que ocultar. Algo que no podía mirar en sí mismo. Todo el tiempo pensó que el problema estaba en el mundo. No intenté razonar con la irracionalidad. La solución fue así de sencilla.

El Curso dice que la fuerza es inocencia y que la inocencia es sabiduría porque no es consciente del mal. No hay nada “complicado”, nada “retorcido”, nada intrincado en la inocencia. El místico contemporáneo A.H. Almaas dice que la verdad sólo puede llegar a una “mente libre y sin complicaciones”. La verdad es sencilla. El amor es simple. El ego es complejo y enrevesado. Si quieres saber la verdad sigue el consejo de Thoreau: “simplifica, simplifica, simplifica”.

La simplicidad es algo muy difícil para las mentes retorcidas.

T-14.II.2:3

Amorosamente, Jon

Traducido por: Veronica Mejia Barney

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