
¿Qué prefieres Tener Razón o Ser Feliz?
La pregunta consciente es una poderosa herramienta de cambio que nos facilita la liberación de toda duda y temor. Preguntar, desde el silencio interior, es usar una disponible brújula celestial que señala el camino hacia el continente de la libertad y la experiencia del Amor.
Al formular la pregunta desde la claridad de quien no sabe, eres tan libre como el niño que asombrado con la realidad desplegada ante sus ojos iluminados pide una y otra respuesta. ¿Qué es? ¿Para qué es? ¿Cómo es? Son interrogantes hechos desde la inocencia de quien no conoce y está por lo tanto libre de memorias que condicionan y limitan.
Muy pronto afloran en aquel niño los primeros chispazos de comparación y competencia. Crece y en el juego del mundo se va llenando de ideas, percepciones y maneras de ver la realidad, transmitidas por padres, familiares, vecinos y maestros; por el entorno social, las tradiciones culturales y la memoria hecha historia. Se convierte en un adulto, situado en un mundo en donde ya todo tiene un significado conocido.
Ahora opera desde un programa mental en el que nada hay por bautizar. Vive en un entorno descrito y definido de antemano. Ya no es necesario hacer nuevas preguntas. Ni abrir el corazón a nuevos interrogantes. Ni dudar del sistema social establecido con su catálogo de normas y leyes terrenales. Olvidada a la vera del camino queda la sabia capacidad de preguntarse de años atrás. Desaparece también la deslumbrante curiosidad infantil frente al naciente mundo que contempla.
Aquella curiosidad que no daba nada por conocido ni definido es sepultada en el inconsciente, convertida en un vago recuerdo pese a haber sido el epicentro mismo de la vida. No obstante, no todos han desatendido el don de preguntarse desde la certeza de no conocer la respuesta.