Pasante de moda (The intern)

Robert de Niro es como el vino. A sus 72 años, asumió el rol protagónico de una comedia romántica que, detrás de su apariencia light, nos brinda la maravillosa oportunidad de relacionar nuestra experiencia como entrenadores mentales con la historia cinematográfica.

El jubilado Ben Whitaker regresa al mismo lugar en el que trabajó durante 40 años para ser practicante de una exitosa empresa de modas. Allí, personifica el rol de la conciencia crística en este mundo de formas separadas donde la tarea de amar parece imposible de lograr. Con su mente en estado de abstracción y su corazón abierto de par en par, se convierte en el sanador que todos necesitan sin necesidad de un código moral ni un manual de comportamiento, camisas de fuerza que suelen desviarnos del propósito de hallar paz.

Ben y Jules, la coprotagonista del film, construyen una relación santa en la que los intereses de cada uno dejan de estar separados de los intereses del otro. A medida que la trama avanza, todos aquellos que los rodean empiezan a atravesar su propia transformación por medio de milagros que nacen de la extensión de su amor. Luz, cámara y acción: ¡a reír y a sanar!

  • Director: Nancy Meyers
  • Año: 2015
  • Duración: 121 minutos

Comentario sobre la película, brindado con 💖 por Héctor Cañón <eligedenuevoucdm@gmail.com>
(Transcripción de una charla)

Familia de Luz, este es un comentario sobre la película Pasante de moda. Lo primero sería preguntarnos: ¿Qué tiene que ver esta película con la espiritualidad? La respuesta sería: todo. Como entrenador o entrenadora mental todo lo que sucede lo integras a la transformación de tu mente. Nosotros no estamos acá viendo cine de estética, cine que privilegia la forma, nosotros privilegiamos el contenido y somos muy conscientes de que la belleza es un reflejo de nuestra mente y la podemos ver en cualquier situación porque Dios está en todo lo que veo, porque Dios está en mi mente.

La película pareciera ligera, pero para mí es una de las mejores películas del despertar. El título original de la película es El interno. Allí hay un juego de palabras. The intern, en inglés. Allí al pasante se le dice interno. Eso nos muestra a un ser humano que actúa desde el conocimiento de sí mismo, desde el centro de su Ser. Arranca con una escena en que un grupo de personas, incluido el protagonista, está practicando Tai Chi, que es simplemente una sesión de luz, una manera diferente a la que nosotros la hacemos, pero que consiste en usar el cuerpo como medio de comunicación y como un portal de luz para deshacer el sistema de pensamiento del ego y comunicarse desde la verdad del Espíritu.

Empieza con esta cita de Freud que dice: “trabajo y amor, amor y trabajo. No hay nada más”. Nosotros los estudiantes felices de Un curso de milagros, los maestros y las maestras de Dios, somos afortunados porque atendemos a Jesús cuando, en una de las lecciones, nos dice: “tu única función es ser feliz”. Algunos todavía tenemos trabajos del mundo, pero siempre desde la alineación, desde nuestra certeza de que vinimos a este mundo a reconocer la verdad de la vida eterna.

Él es un jubilado, ese es un símbolo del retiro del mundo. Es decir, estar en el mundo sin hacer parte de las dinámicas de competencias, exclusión, jerarquías… Él define su retiro del mundo como un incesante y eterno esfuerzo de creatividad. Yo sólo le haría una corrección diciendo que es un incesante y eterno ejercicio de creatividad, porque nosotros no actuamos desde el esfuerzo, nosotros actuamos desde la certeza, nunca desde el sacrificio. Él reconoce su vacío; dice estoy vacío y debo llenar ese vacío. Lo primero que reconoce como mente que quiere despertar es que no es feliz en este mundo, y que está vacío. Su siguiente paso es evitar llenarse de lo mismo que se ha llenado siempre; de basura, de problemas, de angustia, de una pareja, de dinero, de un viaje, de todo esto que creemos en el mundo que nos puede completar. El protagonista llena con amor ese vacío, lo llena de Dios, lo llena de Cristo.

Es una paradoja, hay un retiro de las dinámicas del mundo, de los valores del mundo, porque como nos dice Jesús en la lección 128: “El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee”. Sin embargo, la paradoja es que, a la vez, el mundo es tu aula de clases. Estás aquí para sanarte. Entonces, Ben Whitaker, el protagonista, sale de su cueva para buscar la sanación de su mente en el mundo que ha proyectado desde su mente.

Desde el principio nos muestran como Jules, la coprotagonista y dueña de la empresa de modas, está atrapada en el tiempo: llega tarde a las citas, vive angustiada, no tiene tiempo para sí misma ni para su familia. Al contrario, Ben es muy estricto con el tiempo. De hecho, pone dos despertadores para no fallar en la mañana. Mientras que Jules está atrapada, Ben usa el tiempo para su transformación, como un recurso más de su aprendizaje. La campana de la empresa me encanta y me parece que evoca esos gongs de los monasterios budistas. Ellos lo usan en las oficinas como una celebración, cuando alguien hace algo que alegra a todos, tocan esta campana y es una llamada al presente, simplemente se le está dando un presente, un reconocimiento a alguien que hizo algo que animó a todos y todos de inmediato entran en la presencia para darle al otro su gratitud, para expresar su gratitud. ¡Hermosa esa idea!

Ben es un hombre que no necesita cambios en la forma, cuando ella le dice: “te puedo cambiar de puesto para que no estés conmigo”, le responde: “No, estoy bien acá”. Él no pretende cambiar la forma nunca, la forma que aparece en su camino la acepta porque está concentrado en el contenido. Es una mente abstracta, ve toda la panorámica siempre y como mente abstracta es capaz de entrar a lo concreto y volver a su abstracción. A veces está con alguien, pero sucede una escena en otro aparente espacio y puede estar en simultaneo en las dos situaciones, enfocando su atención en lo que es más importante en ese momento. Como entrenador mental te vuelves un maestro, una maestra de la abstracción, estás en el plano general todo el tiempo sobre lo que está sucediendo a tu alrededor porque eso es lo que eres y a la vez eres capaz de ir al primer plano, al plano medio. Entras y sales para dar lo que eres llamado a dar en la situación.

Ben tiene varias características, no habla mal ni adula. Cuando escucha a Jules llorar porque hay un director que va a tomar la oficina, cuando Becky le busca para que hable mal de ella solo dice que no escuchó nada. En otro momento, el exnovio de Becky le dice que le hable a Becky bien de él y Ben responde que no, porque eso no le corresponde.

Ben no tiene un plan, en cada momento busca la acción precisa. Cuando Becky está llorando y busca consuelo, le dice a su exnovio que es su momento de demostrarle que la ama. Él no actúa de acuerdo con la moral, esto no es un camino moral, de ser el bueno del paseo, el espiritual, el que siempre sonríe. Cuando tienen que robarse un computador, él sabe que ese es el momento para hacerlo, no llega con una idea predeterminada de qué es bueno o malo, sino de acuerdo con todo un contexto, porque cuando empiezas a despertar ves qué es lo que más te conviene, no tiene que ver con moldes, con estructuras, con códigos humanos, sino con tu presencia para permitirte ser guiado por el Espíritu Santo a hacer lo correcto.

Ben no culpa, cuando ella ronca y dice que roncó, él solo dice que no la escuchó, cuando se emborracha la libera de la culpa. Cuando Jules pide su traslado, incómoda por su presencia total y luego lo va a buscar muy culpable, él solo dice que no pasa nada. Liberar a tu hermano de la culpa es el Cristo; ser un lugar donde tu hermano se libera de la culpa, porque tu junto a Él, en el reconocimiento de la verdad reconoces que no hay pecado, solo hay un error que puede ser sanado de inmediato cuando dos mentes se unen en el reconocimiento de la verdad. Cuando ella lo busca y le dice: “algo sobre ti me hace sentir en casa” eso también es ser el Cristo, que cada uno de los que se crucen contigo encuentre un hogar en ti, encuentre sosiego, encuentre paz, encuentre amor. Ser el Cristo es ser el hogar de tu hermano.

El escritorio donde todos los de la oficina ponen su basura es otro símbolo. Toda situación, todo encuentro, toda circunstancia genera en la mente humana un residuo, una carga, una basurita que se queda ahí y que no se libera. Él limpia este escritorio aparentemente físico, pero eso simboliza que él está limpiando el residuo mental de toda esa asociación. Al chico que debe irse de la casa de sus papás le ofrece la suya, a Jules le ayuda, a los otros chicos les enseña, al chico del portafolio le muestra esa otra forma de estar. Él se encarga de limpiar el residuo de todos. A lo largo de su camino, según quien aparezca, él tiene un rol y lo asume; es amante, es abuelo, es padre, es amigo, es colega, confronta a este hombre que quiere conducir borracho, él siempre tiene el acto correcto, el pensamiento correcto, por eso cita al escritor Mark Twain cuando dice: “si siempre haces lo correcto, no te vas a equivocar”.

Un dialogo que me gusta mucho es cuando le preguntan: “¿Tú te afeitas todos los días, incluso si vas a ver a alguien que no conoces?” Y él responde: “sí”. Como entrenador mental todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy, no me estoy cuidando a mí mismo para los demás, ni consintiéndome para que los demás se forjen una imagen de mí. Todo lo que hago es para mí mismo.

Uno de los nudos centrales de la película es nada más que un símbolo de que siempre estamos buscando a alguien afuera que nos arregle las situaciones que nos incomodad: una persona, el dinero, el gobierno, que los demás cambien, que llegue alguien que me salve, y no asumimos nuestra responsabilidad. Él le dice a ella: “no olvides quien creó esta empresa”. Allí lo que le está diciendo es: “no olvides que eres la luz del mundo, que la solución sin excepción alguna está dentro de ti”.

Es un maestro en seguir instrucciones, no tiene problemas en seguir instrucciones y Un Curso de Milagros es un curso para seguir instrucciones.

Algo que me encanta, es que Ben estuvo 40 años allí en ese mismo lugar trabajando. Ahí podemos hacer dos lecturas. La primera es que el 40 es un número que simboliza atravesar situaciones muy difíciles y volver renacido a través del conocimiento de uno mismo. La segunda es que nunca estás en un lugar nuevo, porque siempre estás encontrándote con tus memorias. Siempre estás enfrentándote a tus propias memorias de lo que es la existencia para sanar, para despertar, para ser la encarnación de Cristo en este lugar de enfermedad, soledad y muerte tan necesitado de ti y de tu amor.

Ben no ayuda al otro, él se vuelve el otro, esa es tu misión. Por último, me encanta esa escena en que ellos dos en 10 segundos se cuentan toda su historia personal y todo su pasado. Son nuevos y no cargan al otro con sus memorias de dolor.

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