Esta serie de libros tiene como objetivo compartir la dicha y la paz que se experimentan al aplicar las enseñanzas de Un Curso de Milagros de manera literal, sin interpretaciones que puedan desviarnos de su contenido original.
Error 9. La confusión de niveles: Ha habido mucha confusión respecto a este tema. El uso que Jesús hace de la expresión “confusión de niveles” en el Curso se refiere básicamente a la confusión entre mente y cuerpo. Consiste en asignar los atributos de un nivel al otro. Es decir, creer que nuestra verdadera Identidad, que es Espíritu eterno, dicha plena, inmutabilidad, amor todo abarcador; pudiera estar contenida en un cuerpo limitado, cambiante y corruptible.
Podríamos decir que esta confusión es el fundamento sobre el que transcurre la vida que llamamos “normal”. Se trata de un error de grandes magnitudes y que se refleja en todos los aspectos de nuestra ilusoria vida en este plano. El maestro Jesús nos dice que lo único que necesitamos corregir es el pensamiento equivocado en la mente. Si hacemos eso, entonces los errores del cuerpo, sus aparentes enfermedades y malos comportamientos, se corregirán automáticamente. Necesitamos, entonces, corregir el error donde se originó, y para eso Jesús nos ofrece su infalible “mecanismo corrector”…
Esto nos trae a la memoria a nuestra querida Peregrina de la Paz, quien tuvo una experiencia espiritual transformadora que la llevó a embarcarse en una jornada extraordinaria. A pesar de llevar una vida cómoda, ella no podía entender por qué, al parecer, había tanta desigualdad en el mundo. No le encontraba ningún sentido real a su vida y se cuestionaba fervientemente que este mundo de guerras y de escasez no podía ser todo lo que existe, que debía haber otra manera mejor, hasta que se encontró una noche orando a Dios para que le mostrara un propósito para su vida.
Fue así como se sintió inspirada a dedicar su vida a promover la paz por el mundo. En la época de la guerra fría y las guerras de Corea y Vietnam, se dedicó a caminar por la paz. A partir de ahí, y durante 28 años, atravesó los Estados Unidos siete veces, mientras difundía su mensaje de paz a través de la radio, en iglesias, colegios, universidades, etc. Visitó los cincuenta estados, diez provincias de Canadá y partes de México antes de morir (en un accidente automovilístico) el 7 de julio de 1981, a los 73 años.
Solo llevaba consigo un cepillo de dientes, un peine y un lápiz. Su consigna era “caminaré hasta que se me dé albergue y ayunaré hasta que se me brinde alimento”. Podía caminar durante días sin sentir cansancio o sueño. Incluso ni siquiera pensaba en la comida hasta que alguien se la ofrecía. Jamás necesitó atención médica. Su salud era perfecta porque ella alcanzó este estado en el que el cuerpo era solo el instrumento para su Misión.
Quienes la conocieron dicen que irradiaba tanto amor y tanta paz que cautivaba a todo el mundo con su permanente actitud de “cómo puedo ser verdaderamente útil”. Siempre procuraba ver amor y bondad en todos los que se encontraba en su camino, por donde iba siempre sonriente extendiendo amor y dicha. Incluso cuando la encarcelaron por supuesta vagancia e indocumentación, acabó organizando un coro en la cárcel con presos, guitarras y carceleros hasta que la liberaron a cambio de trabajos sociales. Le había pedido a Dios que la usara para Su Propósito y se había entregado totalmente a cumplirlo. Así que todas sus aparentes necesidades eran cubiertas y nunca le faltó nada que pareciera necesitar.
Vemos aquí el ejemplo perfecto de lo que pasa con el cuerpo cuando lo ponemos al servicio de Dios, el Espíritu Santo se encarga de toda su gestión. Mientras mantengamos el propósito de utilizarlo solo para obrar milagros, es decir, para expresar amor y solo amor, no tendremos que preocuparnos por el cuerpo, podremos dejar que el Espíritu Santo lo gestione, y desentendernos de este por completo (Extracto del Volumen 2 de la serie).
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