Este es un libro motivador e introductorio para La vía de la Maestría, en la que Jeshua Ben Joseph te invita al despertar, ofreciéndote una guía directa y amorosa.
Fue dado a través de Jayem, en comunión con Jeshua.

Una nota para el lector

Notarás que mi nombre en este libro es Marc. Durante los pasados años ha sido Jon Marc. Mis amigos me llaman Jayem, que es el nombre que prefiero, ¡por  mera simplicidad! ¿Por qué el cambio? De niño, y durante mucho tiempo en mi vida adulta, mi nombre fue Marc. Sin embargo, siempre he sentido -incluso de muy joven- que el nombre era de cierto modo incorrecto, y que debía ser Jon. Y sin “h”, ¡por favor!.

A mitad de los años 90 -a resultas de una exploración profunda de lo que comúnmente se denomina “la sombra”, incluyendo un trabajo intensivo de nacimiento y útero- añadí “Jon”. El resultado fue inmediato, y se dio un cambio fuertemente visceral, un movimiento hacia un sentido más profundo de plenitud.

Cuando anuncié esto a mi madre, me dijo -cuando siquiera pudo balbucear algo, tras quedarse asombrada- que los nombres que en un principio se escogieron para mí y mi hermano gemelo fueron Jon y Marc.

Mi hermano murió tres días antes de que yo naciera por cesárea de urgencia. En toda la confusión que hubo, se cambiaron los nombres; “Marc” es el que me fue dado a mí, mientras que el de mi hermano fue “Martin Jon”.

Parece que desde el mismo momento de estar en el útero ¡yo ya sabía cómo se suponía que tenía que llamarme! Sin embargo, siempre me pareció apropiado permanecer fiel al uso de “Marc”, especialmente porque ninguna palabra pronunciada aquí por Jeshua ha sido jamás editada o alterada por mí. Lo que lees es exactamente lo que Él me dijo. Me gustaría también señalar -especialmente a los lectores de la edición originalque aquí hay ciertos añadidos, revelando más de lo que experimenté durante esos primeros años con Jeshua. Originalmente, a petición de Jeshua fue retirado mucho del material que se dio; y lo que se añadió aquí ahora también se hizo bajo su guía. Solo puedo asumir que será lo oportuno.

Prefacio (por Alan Cohen)

¿Crees que Dios te hablaría? Me parece sorprendente que todas las religiones del mundo estén basadas en transmisiones de personas a quienes Dios les ha hablado, pero que, cuando uno de nuestros contemporáneos anuncia que la palabra del Espíritu ha sido escrita en su corazón, tendamos a interrogarle duramente sobre sus credenciales o a preguntarnos si se trata de una víctima más del ácido lisérgico en los años 60. Jesús dijo que “un profeta nunca es aceptado en su propio pueblo”, y creo que los profetas son también raramente reconocidos en su propio tiempo. Como los grandes artistas y músicos, muchos canales verdaderos de la palabra de Dios tienen que esperar hasta su muerte para poder ser apreciados. ¡Cuán dispuestos estamos a aceptar la verdad a distancia! Tal y como San Agustín suplicaba al Señor: “¡dame una vida espiritual, pero no todavía!”.

Abraham Heschel tituló uno de sus grandes libros Dios en busca del hombre. La Gran Fuente está siempre saliendo en busca de gente que se vea conmovida por el espíritu del amor antes que por el del miedo. Y benditos aquellos que están dispuestos a oír las enseñanzas de la paz y a difundirlas con coraje y confianza. Que eso haga que más de nosotros confiemos en la voz de la sanación y honremos sus regalos en la acción. Jayem es uno de ellos. Es un hombre que se ha abierto a la guía de un plano superior, y que traslada los principios y el sentimiento de sus revelaciones al papel para compartirlos con otros. Ciertamente, las pa-labras que le han sido dadas son para todos nosotros.

Lo que más profundamente valoro en las palabras de Jeshua es la gran amabilidad, sabiduría y claridad que encarnan esas lecciones. Jeshua es un profesor de una profunda compasión, fortaleza e inflexible intención de discernir las ilusiones que nublan la realidad que nos sana. Nos aconseja que “no pidas por la salvación. En vez de eso pide despertar de la más mínima traza de creencia en que alguna vez has podido estar separado de Dios”.

Las enseñanzas de Jeshua encarnan el elemento más importante para el progreso espiritual real: practicidad. La guía del Espíritu Santo es siempre inmediata, utilizable, eficiente. El consejo espiritual es valioso solo en la medida en que pueda ser vivido, y Jeshua honra la belleza de la vida en su labor de despertar espiritual. La afirmación de que: “Tu experiencia, a cada momento, es el camino a tu iluminación” es una afirmación que puede transformar la más de Las Cartas de Jeshua dlorosa de las experiencias en un regalo de Dios. Jeshua también aconseja “permitir, permitir, permitir”, lo cual abre la vía a que la fuerza vital sanadora nos lleve más allá de nuestras creencias limitadas sobre lo que es bueno o malo. “El camino es fácil y sin esfuerzo. Porque lo que viene con esfuerzo es del mundo, no Mío”

En pocas palabras, Jeshua es un profesor experto, con un suave equilibrio entre la sabiduría del intelecto y del corazón. Uno podría tomar casi cualquier pasaje de las cartas y meditar sobre él como portal para la sanación. Jeshua demuestra que la simplicidad y la maestría no son contradictorias; son una.
Aún hay otro elemento de este regalo de libro que me hace tener un cariño más profundo por él. Y es que aquí Jayem registra cándidamente su proceso personal interior, cuando comenzaba a recibir el material, a registrarlo y a compartirlo. Aquí somos invitados a seguir la travesía de un hombre que luchó con su personaje de registrador de la verdad de arriba. “¿A quién, es a mí?”, fue la cuestión recurrente con la que se debatió. Vemos su evolución desde sus dudas y timidez tempranas, hasta el reconocimiento de que estaba cumpliendo una función importante y que trascendía con mucho su ego humano.

Este elemento de Las cartas de Jeshua es especialmente conmovedor, pues en él Jayem nos representa a todos a medida que nos abrimos a ser canales y servidores del Espíritu a nuestra propia manera. Hay una parte de nuestra mente que se pregunta si Dios podría realmente estar eligiéndonos para realizar una misión particular. Puede que no registremos palabras inspiradas o no enseñemos principios metafísicos, pero seguramente que cada uno de nosotros ha sido elegido para traer luz al mundo de una manera en particular. Nuestra ruta puede ser la música, la danza, el arte o el cuidado maternal. La forma no es tan importante como el hecho de que hay un regalo que cada uno de nosotros ha sido designado para traer aquí, y nuestra disposición a entregarlo es un factor clave en cuanto al poder y al alcance con los cuales nosotros lo presentaremos.

Sugiero que te aproximes a este importante volumen con una actitud meditativa antes que con la del escrutinio lógico. Hay una gran lógica del Espíritu aquí, pero esa lógica no está limitada al entendimiento racional. Más a menudo, el Espíritu se dirige a nuestra capacidad de conocimiento interior. Hay también una poesía que no debe escaparse. Las palabras debieran ser saboreadas y absorbidas en quietud, con un corazón receptivo. Imagina que Jeshua mismo está hablándote a ti, y hallarás tu mensaje. Permite que Las cartas de Jeshua sean una inspiración para poder convertirte tú en recipiente del Espíritu de propio derecho. Jeshua probablemente estaría de acuerdo con la observación de que ya hemos tenido suficientes estudiantes, y que es el tiempo de tener más maestros. El propósito de este libro no es crear más dependencia de entidades fuera de nosotros mismos, sino el de dirigirnos hacia dentro y ahí encontrar el maestro que hemos estado buscando Mis bendiciones están con Jayem, en este gran y noble regalo, y contigo, al recibir las grandes verdades que hay en él.

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