Saludos. Soy Yeshua, he venido a hablar contigo sobre Un curso de milagros. Desde el mismo principio sé consciente de que es posible que te confundas con su nombre, pues en tu mundo, cuando oyes la palabra ‘curso’, piensas en aprender. Sin embargo, no estás aquí para aprender, estás aquí para experimentar. Y encontrarás, con gran alegría, que hay una diferencia dramática entre los dos. Aprender no es nada más que un proceso emprendido por tu cerebro. Pero la experiencia va más allá del “aprendizaje” de tu cerebro, más allá de tu pensamiento, más allá de tu análisis. Va al propio centro de tu Ser, donde se encuentra la verdadera naturaleza de lo que eres, que es el Hijo de Dios. Escúchame bien. Si sigues este curso como un ejercicio académico de aprendizaje, como el estudio de ideas que deben ser dominadas, fracasarás. Y en tu fracaso, perderás este curso y sus milagros, totalmente. Tu entrada a este curso es la elección de experimentar, de vivir y de devenir.

Es difícil entender lo que realmente quiere decir “El Reino de los Cielos está dentro de ti”. Esto se debe a que no es comprensible para el ego, que lo interpreta como si algo que está fuera estuviese dentro, lo cual no tiene sentido. La palabra “dentro” es innecesaria. Tú eres el Reino de los Cielos. ¿Qué otra cosa sino a ti creó el Creador y qué otra cosa sino tú es Su Reino? Éste es el mensaje de la Expiación, mensaje que, en su totalidad, transciende la suma de sus partes. T-4.III.1:1-4&6

Este día es todo lo que es bueno y justo. Es demasiado preciado, con sus esperanzas e invitaciones, para perder un momento en los ayeres. Ralph Waldo Emerson Einstein fue un verdadero místico. Nos dijo que el tiempo es relativo. Puede acelerarse. Puede hacerse lento. ¿Y si se detuviera? ¿Y si pudiéramos “congelar” un momento? El tiempo es medible y esto prueba que existe. Un Instante Santo es un momento congelado en la eternidad. Es una memoria. Es una manera de ver. Es una experiencia mística. Cada vez que el tiempo se detiene, obtenemos una perspectiva más alta y más amplia. La secretaria de Einstein le preguntó si podía explicarle la teoría de la relatividad y él dijo: “Dos horas con una mujer hermosa parecen dos minutos. Dos minutos en una estufa caliente parecen dos horas. ¡Eso es relatividad!” El filósofo y ensayista inglés John Fowles (1926–2005), mejor conocido por su novela La Mujer del Teniente Francés, escribe: “El tiempo en sí mismo, absolutamente, no existe; siempre es relativo a algún observador o algún objeto”. Si un astronauta dejara la Tierra, viajara al espacio profundo y luego regresara, sus amigos de la infancia serían adultos mayores, mientras que el astronauta habría envejecido muy poco. Aceptamos esta declaración porque los científicos nos dicen que es verdad, aunque no entendemos por qué es verdad.