El Padrenuestro, la oración universal por excelencia, es la llave para abrir las puertas al estadio de la paz interior, facilitándonos la tarea de soltar y dejar atrás el miedo y sus recurrentes proyecciones: la ira, la ansiedad y la depresión, que dinamitan nuestra calidad de vida. Es la única plegaria que Jesús de Nazaret nos regaló porque su experiencia, al vivir bajo su alero, le reveló que era un ancla para encontrar la armonía interna y un camino para pisar los umbrales del cielo acá en la tierra.

No contiene idea alguna ligada a las viciadas nociones de pecado, culpa o castigo, que intimidan y causan daño en el subsuelo de nuestra estructura mental y emocional. El Padrenuestro es ajeno a esos mandatos. Más bien nos invita a habitar en los territorios de la quietud, el silencio y la armonía, donde comprendemos como en las antípodas de la culpa y el castigo reina la invulnerable fuerza del Amor que es el cauce del inspirador evangelio de Jesús.

En su contenido la plegaria toma distancia de obligaciones, imperativos, o rígidos códigos morales. Es, en realidad, un acto y un ejercicio de comunicación y comunión que requiere como aperitivo que brote en nosotros, por la razón que sea, una necesidad de cambiar; un deseo en el corazón de renacer y conocer una verdad mayor. Su vigencia es plena en estos tiempos de inteligencia artificial y redes sociales.

La irrupción del ya olvidado Covid 19, junto a la tragedia que trajo, dio un definitivo impulso a la era digital iniciada el siglo pasado. A través de Internet, en una y otra plataforma, se realizan reuniones empresariales, institucionales y sociales. A la par que crecen las nuevas maneras de comercializar y distribuir bienes y servicios, usando una sencilla aplicación o un mensaje de WhatSapp. También los modelos de educación, de salud y otros más, se transformaron, tomando cierta distancia de lo presencial para posicionar el aula y el consultorio virtual. No hay marcha atrás en el establecimiento del reino digital, que ya venía sucediendo a buen ritmo en las sociedades desarrolladas y ahora se da a pasos forzados en los países mas pobres.

En medio de esa nueva realidad, el corazón del hombre y la mujer está siendo alcanzado por un urgente llamado a mirar y abordar de otra manera nuestro destino como especia. La múltiple amenaza conformada por el calentamiento global, las invasiones, genocidios y guerras, con su consecuente riesgo de una confrontación nuclear; junto a las masivas migraciones humanas en busca de un mejor destino, obligan a mirar hacia adentro, hacia el corazón. A hacernos conscientes de la limitada condición de la especie y de la apremiante necesidad de un inteligente cambio interior. Es imprescindible para la sobrevivencia de la especie volver a escuchar verdades ancestrales, siempre renovadas, que nos inspiran a vivir de una manera más libre y a relacionarnos de una forma más sana.

El creciente conflicto y los variados riesgos en distintos escenarios del mundo invitan a la solidaridad y el encuentro de nuevos valores. A buscar entre el ruido del trajín diario, el silencio. A descubrir en medio de las amenazas, la semilla del cambio y a permitir la posibilidad de darle un espacio propio a la vida interior.

En ese espacio de reflexión los afanes y pretensiones del ego se desmoronan, mientras que los valores del espíritu cobran una nueva razón de ser.

 

El ofrecimiento del Padre Nuestro

La oración de Jesús, al igual que otros caminos de transformación, nos ofrece esa posibilidad y ese espacio. Nos traza una ruta para empezar a mirar nuestra realidad desde otra dimensión que nos acerca primero a nuestro corazón, donde habita el anhelo de vivir de una manera nueva y amorosa. Situados en esa atalaya, sentimos como es de real la posibilidad de experimentar en nuestra vida diario la presencia de aquello que llamamos Dios, definido por Jesús en su plegaria como nuestro Padre. Se vale él, de la protectora imagen paternal para mostrarnos el manantial que alienta la vida y bajo cuyo abrigo accedemos a una y mil posibilidades en todos los órdenes de la existencia.

Es revelador descubrir como el hombre que devolvía  la esperanza a los desesperanzados, sanaba enfermos, multiplicaba los panes, los peces y el vino, usó esta plegaria y no ninguna otra para unirse con la Divinidad, tras recogerse envuelto en el silencio del monte de los Olivos o en las arenas del desierto de la antigua Galilea. Lo hacía, la mayoría de las veces, lejos de las multitudes. Rodeado, si acaso de sus discípulos porque la oración auténtica ha de estar revestida de un clima de intimidad donde se facilita la intención de alcanzar una conexión superior con algo mayor a nosotros, que no necesitamos definir, sino experimentar.

Es justo ahí, en el silencioso recogimiento , en ese altar donde la mente se apaga y el corazón escucha las revelaciones, donde he recibido la Guía de Jesús para mostrar esta visión  de su entrañable oración. Navegamos, bajo su Orientación, por cada una de las diez claves en una lectura  donde la perspectiva se amplía y el uso práctico del Padrenuestro, como recurso de transformación interior y de expansión de la conciencia, se ensancha para conectarnos a otra dimensión.

Conexión a una superficie mental, emocional, y espiritual donde por un momento nos olvidamos de la usual rutina humana prisionera de horarios, abrumadoras tareas y códigos establecidos, que de alguna manera parecen determinar nuestras vidas y sus tiempos. La plegaria de Jesús irrumpe con su manso poder para desconectarnos de ese rutinario exilio y traernos a otra instancia donde nuestra energía interna se recicla y toma un segundo aire. Los efectos de esos códigos y tareas rutinarias se evaporan -ya lo veremos con más detalle-, mientras se abren las ventanas al disfrute y la creatividad en nuestra labor cotidiana.

 

Estamos unidos a todo

El viaje a través de la enseñanza contenida en la plegaria de Jesús nos sitúa en otro plano, donde la unión con todo lo que parece rodearnos es una experiencia posible. En realidad no estamos separados de nada ni de nadie. Dios, como energía que alienta la vida, está en todo. Miremos, por un instante, el nivel primario de la existencia. Sin la respiración del cuerpo se fundiría. A través del oxígeno inhalado estamos articulados a la naturaleza que lo genera en el proceso de fotosíntesis, al océano que también lo produce gracias al fitoplancton, conformado por el conjunto de organismos que habita disperso en el agua; a todos los seres vivos cuando respiran ese mismo oxígeno. A esta sinfonía la sostiene la energía del sol porque sin luz la vida no funcionaría. Estamos fusionados todos en un holograma que sustenta esa vida en la cual Dios se expresa.

En Oriente, desde hace milenios han explorado la unicidad, razón por la que el despertar en los caminos de la India pasa por el recogimiento, por el continuo proceso de situarse en el reino interior y, también por  tener consciencia de la respiración. Mujeres y hombres cuando han mirado hacia las montañas tutelares del Himalaya, han aprendido, porque lo han experimentado, como al inhalar y exhalar en estado de presencia son un solo Ser con todo lo que en apariencia los rodea.

Nos creemos separados del entorno, desconectados de la Fuente de la vida. No apenas en el plano biológico, sino también en el ámbito espiritual. La desconexión biológica es decir , la inconsciencia del aire que respiramos, de los sonidos del viento y los aromas de la naturaleza-, contribuye al taponamiento de los otros canales que tenemos para comunicarnos con el espacio supremo. Con otra realidad donde la conexión de los múltiples hilos que subyacen tras toda forma, están  entrelazados y unidos en un campo de información y energía que la ciencia contemporánea define como el campo cuántico.

La memoria de la unión con todo está grabada en el inconsciente de nuestras neuronas y de nuestro sistema celular. Es el más antiguo recuerdo que almacenamos y, por antiguo, parece ya olvidado. Siempre anhelamos, sin darnos cuenta, el regreso al estado de unicidad con todo. No en vano, después de una jornada frenética de trabajo, decimos y sentimos como solo queremos regresar a casa a descansar, convencidos de que es a nuestro hogar físico a donde queremos volver para tener un merecido reposo.

Para  leer más información del Libro:

Conocer más

 

 

Entradas relacionadas:

Suscribir
Notificar de
guest
0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios