Mis ojos, mi boca, mis manos y mis pies tienen hoy
un solo propósito: estar al servicio de Cristo a fin de que
Él pueda utilizarlos para bendecir al mundo con milagros.
1. Padre, hoy le entrego a Cristo todo lo que es mío para que lo utilice de la manera que sea más beneficiosa para el propósito que comparto con Él. 2Nada es exclusivamente mío, pues Él y yo nos hemos unido en un propósito común. 3De este modo, el aprendizaje casi ha llegado a su señalado final. 4Por un tiempo colaboraré con Él en el logro de Su propósito. 5Luego me fundiré en mi Identidad y reconoceré que Cristo no es sino mi propio Ser.